Saturday, January 22, 2011

Es mejor ser rico que pobre

¿Dónde está el valor de la vida? Esta es otra pregunta compleja. Hace unos días, cuando estaba en la funeraria despidiéndome de una persona muy querida, en la iglesia del lado se rendían las honras fúnebres a Margarita Gómez Gómez, asesinada en Córdoba a comienzos de Enero. Una iglesia llena y la preocupación de los medios por tratar de informar que había pasado con Margarita y su novio (Mateo Matamala, asesinado al mismo tiempo) mostraban la preocupación de una sociedad por entender las razones de tan macabro crimen. Mientras Margarita era despedida por sus amigos y familiares, el Presidente anunció una recompensa de 500 millones de pesos (cerca de USD$300,000) por información para capturar a los autores del crimen.

A parte de la discusión filosófica de la virtud o no de utilizar recompensas para resolver casos como este, es importante ver la premura de las autoridades para lograr encontrar los culpables y las razones detrás de tan absurdo crimen. Sin embargo, en un país donde los muertos se cuentan por miles, ¿Qué hace que la misma premura no se dé cuando los muertos son campesinos, desempleados, o cualquier otra persona poco pudiente? Este es un país donde las personas con recursos viven en un país diferente a quienes no los tienen; un país donde la salud, la educación y la justicia cojean menos entre más gruesa es la cuenta del banco; un país donde el apoyo y la importancia a las víctimas de la violencia es inversamente proporcional a su puesto en una pirámide social perversa; un país de burbujas nefastas.

Sin querer restar de la importancia de encontrar los autores del crimen de Mateo Matamala y Margarita Gómez, ojalá a todas las víctimas de la violencia se les diese el mismo trato. Este país requiere una justicia que valore la vida de todos, que trabaje por todos, que ayude a transformar un país de víctimas invisibles y victimarios poderosos a un país de personas con oportunidades y esperanza hacia el futuro. Un país que valga la pena transformar, no un país del que muchos quieran escapar.

Ahora el gobierno anuncia que su compromiso para eliminar las denominadas “Bandas Criminales” en la región de Córdoba es inquebrantable. ¿Inquebrantable después de la muerte de dos estudiantes pudientes? ¿Porqué no fue inquebrantable con las decenas de muertos anteriores
Porque en este país hasta muerto es mejor ser rico que pobre.

Wednesday, January 19, 2011

Trascendencia

Hay una serie de preguntas que todos nos hacemos en algún momento de nuestra existencia:

¿Qué pasará cuando yo ya no esté aquí?
¿Qué me espera más allá?
¿Cuando dejaré de existir?

Lo acepto, la primera pregunta es capciosa. Depende de lo que hayamos hecho, pero la verdad es que no pasará mucho: habrá dolor entre quienes nos aprecian, habrá dolores de cabeza (mayores o menores dependiendo de nuestra habilidad para dejar organizados nuestros asuntos), pero en general el mundo seguirá dando vueltas y las repercusiones poco a poco irán despareciendo como lo hacen las ondas después que la piedra cae en el estanque.

La segunda es mucho más complicada porque es un acto de fe. Nadie sabe con certeza que hay (si es que hay algo) más allá y cada persona decide consciente o inconscientemente que desea creer. La verdad es que por culpa de esta pregunta ha habido guerras, rencillas y también actos de coraje. Y como esta discusión nunca llega a ninguna parte, mejor la dejamos ahí.

La tercera es la interesante. Para saber cuando dejaremos de existir, tenemos que definir que es existencia y ésta es física o trascendental. La existencia física termina cuando morimos. ¿Y cuando pasará eso? Nadie lo sabe. Para morir sólo hace falta estar vivo, y esa es una característica que compartimos todos los que leemos estas líneas. Así que por cuando termina la existencia física, no vale la pena preocuparnos: “Vive como si te fueras a morir mañana, pero organízate para después” es lo que siempre he pensado y hasta ahora ha funcionado.
Ahora, ¿qué es existencia trascendental?. Es aquello de lo cual soy la causa y que trasciende mi espacio físico. Son mis hijas, las consecuencias de mis actos y las ideas ejecutadas. Son aquellas cosas por las cuales me recuerdan. Y yo creo que la trascendencia -y la inmortalidad- está en la capacidad de ser recordado mucho después de cesar nuestra existencia física. Es allí donde podemos hacer la diferencia, es allí donde podemos vivir para siempre en este mundo.

Por eso los invito a trascender y a lograr que nuestros actos hagan que los demás nos lleven por siempre en su corazón; que nuestras ideas llevadas a la práctica mejoren nuestro entorno y con esfuerzo y constancia nos ayuden a vivir por décadas o siglos; a que nuestros hijos sean reflejos de nuestras cualidades y que crezcan con las herramientas para trascender ellos mismos. Los invito a empezar a ser inmortales desde hoy.

--Esta entrada va en honor de Angela Hernández, quien falleció esta semana, y de quién soy testigo que trascendió.